sábado, 8 de septiembre de 2007

¿Por qué anti-valóricos?

Tal como imaginé, varios de mis lectores - que obviamente aún son pocos, hay que ir paso a paso como dice Mostaza - han preguntado qué dientres significa eso de ser anti-valóricos. Al parecer sorprende que un iusnaturalista católico como yo - expresión difícil de entender pero que representa fielmente la corriente de pensamiento a la que adhiero - realice un llamado a ser así, anti-valóricos. Sin embargo, al igual que mi anterior invitación a ser revolucionarios, no se trata más que de un llamado a vivir los principios y a no dejarlos guardados y/o olvidados en los folletos.

No digo que haya que ser anti-valóricos porque el término valor provenga del autor de "Así habló Zaratustra". Si bien esto ya puede dar alguna luz, aquí no habrá un análisis histórico-filosófico ni mucho menos. El punto es mucho más simple: creo que hablar de valores sin entender el trasfondo de lo que implican los "temas valóricos" juega en contra de nuestra visión del hombre y de la sociedad. Implica partir el partido con goles de desventaja. Y lo peor es que no nos damos cuenta.

El primer - y más grave - gol al que aludo es que hablar de "temas valóricos" implica afirmar tácitamente que existen temas valóricos y temas que no lo son, temas que tendrían ciertas implicancias morales y temas que no. Así, la vida, la familia, y la sexualidad serían temas valóricos. Por su lado, el trabajo y la economía no tendrían implicancias morales. Esto es falso. Todos y cada uno de los temas relevantes para el hombre tienen implicancias morales. Porque todos y cada uno de ellos definen o afectan distintos aspectos del bien de la persona. En todos y cada uno de ellos se pueden distinguir cosas buenas y cosas malas; cosas que colaboran a la perfección de las personas y cosas que atentan contra su dignidad. Cosas que lo acercan a su fin y cosas que no; cosas que lo elevan y cosas que lo animalizan. La tarea es justamente encontrar y descubrir cuáles son las bases y principios morales que en todas y cada una de las actividades del hombre se deben respetar y promover. Pero mientras hablemos de temas valóricos y temas que no lo son se seguirá desconociendo - o ignorando, q es peor - la dimensión moral de muchísimos aspectos de la vida humana. Se seguirá creyendo que sólo ciertos temas puntuales son morales o valóricos. Se seguirá pensando que el mercado y la competencia son garantía directa y exclusiva de promoción del bien social. Se seguirá deshumanizando nuestra sociedad.

El segundo error o problema que presenta hablar de "temas valóricos" es que se da a entender que, en lo relativo a ellos, existirían distintas opiniones, muchas contradictorias entre sí, pero todas igualmente válidas. Porque cada uno podría construir su propia escala de valores respecto de la vida humana, de la familia, de la sexualidad, etc. Esa manera de razonar no sólo es dañina, sino que es absurda. Implica negar la realidad de las cosas. O la vida comienza en la concepción o no. O el matrimonio es entre hombre y mujer o no. O da lo mismo acostarse con 20 personas antes de casarse o no. Pero uno y otro no son lo mismo. No se pueden igualar cosas que son radicalmente distintas. Algunas colaboran al bien del hombre y otras no. Algunas son adeucadas a su dignidad y otras no. Y quienes tenemos convicciones y argumentos sólidos al respecto no podemos entrar a la discusión aceptando como iguales entre sí cosas que evidentemente no lo son. Menos aún podemos asimilar esta manera de pensar sin darnos cuentas de sus negativas consecuencias.

Ser anti-valóricos, entonces, no es algo sin importancia. Implica reconocer que en todos y cada uno de los ámbitos de la vida humana se pueden encontrar cosas buenas y cosas malas, y que esas cosas buenas y malas no dependen del arbitrio particular, sino que de las exigencias de la naturaleza humana (a la larga, de Dios, que es su creador). Ser valóricos hoy en día, sin entender estas cuestiones, atenta contra la moral que queremos defender...

PD: Explicado ya el nombre de este blog, desde la próxima semana comienzan las opinions sobre la contingencia nacional y extranjera...

6 comentarios:

Matías Rivadeneira dijo...

El problema, y creo que acá está nuestra falla, es que estamos en un contexto en que la consecución de la Verdad y el Bien (sí, con mayúsculas) no parece ser el paradigma.

Y ante ese escenario, es necesario legitimar nuestra postura como paradigma, sino el esfuerzo será vano e infructuoso. Demostrar por qué el camino que proponemos es el mejor y por qué nuestra concepción sobre la naturaleza humana es universal ha de ser el punto de partida para vencer al error y el mal.

Saludos!

Cristóbal Orrego dijo...

Otra razón, Claudio: La palabreja "valórico" ha sido inventada por periodistas chilenos que no tienen idea de vocabulario castellano ni de estética.

TOMAS HENRIQUEZ dijo...
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Claudio Alvarado dijo...

Matías, es cierto que las circunstancias y los "conceptos de moda" no nos ayudan mucho. Pero por lo mismo debemos esforzarnos en presentar las cosas tal y como son, y no cometer errores como lo de "lo valórico". Debemos conocer bien qué estamos defendiendo, porque sino le hacemos un flaco favor a nuestros ideales.

Profesor, muchas gracias por su post. Un honor contar con su prescencia en mi joven blog. Ciertamente buena parte del periodismo chileno deja mucho que desear.

Cristián dijo...

Si bien entiendo tu aversión hacia la etiqueta de "temas valóricos", convertirnos en "anti-valóricos" me parece un paso un tanto fuerte. Puesto que si bien el concepto "valor" aparece en la discusión ético-filosófica con un sifílico caballero de bigotes abultados, también ha sido notablemente rescatado y muy bien desarrollado. Estoy pensando en gente de la talla de Max Scheler y su ética material de los valores, en la que plantea -desde una perspectiva fenomenológica y no directamente metafísica- toda una dimensión de la realidad objetiva que radica precisamente en eso: valores.
En fin, más allá del detalle de la discusión erudita, quería rescatar que aunque el concepto de tema valórico sea claramente equívoco y dañino, no por eso debe ser un elemento que no esté en nuestro repertorio -o arsenal- argumentativo. Es sólo una distinción que quizás es necesario tener en cuenta. Perdóname, seguro que es una deformación profesional el andar buscando distinciones (distinctionem faciendum est!).

Un abrazo y que no cese el blog!
Cristián R.
Filosofía UC

Claudio Alvarado dijo...

Cristián, entiendo tu punto. Efectivamente hay que hacer múltiples distinciones, tienes mucha razón (de hecho quien no distingue no piensa bien). Sin embargo, mi columna no tiene pretensiones académicas, porque no doy el ancho. Mi invitación va dirigida, principalmente, a quienes actuán en política y en el debate público en general. La generalidad de "nuestros" políticos, al hablar de los llamados "temas valóricos", no tiene en cuenta las cuestiones que digo - o intento decir - en la columna. Menos aún conocen alguna cosa de Scheler. Y no es que esto sea requisito para ser político. Pero si se van a defender nuestros principios, la idea es hacerlo bien, ¿no? No vaya a ser que estemos haciéndole un flaco favor a lo que, al menos en teoría, queremos y decimos defender...